DEMETRIA LA REZANDERA
Cuento corto
Autor: Maria Natera 2004
El frío mañanero
dejaba entrever la llegada de la
navidad, Demetria metida en sus matas, recogía una rama de cruceta otra de caña
brava, su rostro de rasgos indígenas y tez blanca era enigmática.
Tomando un cuchillo
filoso, comienza a cortar las ramas
para armar una cruz pequeña, toma el
cuchillo y con fuerza corta una estaca de caña Fistola, elaborando otra cruz.
-
Refunfuña…
vamos a ver si esta noche, me viene esa sinvergüenza esa a molestar, a buscar
chisme, no jile toda la noche arañando el techo y esos perros aullando. Cae la
tarde, Demetria, toma una totuma grande, le agrega agua bendita y la cruz de
caña brava, en otra camaza pequeña le coloca un chorro de orine
de varios días de la bacinilla de don Ambrosio su marido, unas ramitas de ruda
otra de alcornoque.
Su dientes maceran
una bola de chimo, escupiéndola en la
extraña pócima junto con una medallita de San Cristóbal. Su voz, declama una
oración a San Marcos de León… San Marcos de León, que amansaste a la daga y al
dragón amansa los toros bravos que también del monte son continuo un largo rato
en su extraño rito. Junto a su cruces artesanales y sus recipientes toma dos
velas de cebo blancas, les ata una cinta roja la enciende en pisos de tierra de
la cocina, debajo de un mesón de adobe cercanas a la pared de bahareque de su
rancho.
Ya entra la noche
toma todos sus pertrechos y se encarama en la mata de tapara, la oscuridad
reina, el silencio es profundo en la hora de los difuntos, de repente una
ráfaga de aire frío golpea su rostro. Para sus adentros dice. Ay esta, ya llego
la desvergonzada.
Al frente de su vivaz mirada un animal, en
forma de pavo gris, pequeño, con una cresta entre amaranta y negra corona su
cabeza, se arrellana sobre el techo de
tejas si saber que es asechado, su pico negro escarba el tejado, logra abrirlo…
está atento a lo que pasa en el rancho, de repente siente que es bañado por un
líquido hediondo que lo paraliza, no puede moverse, no pude volar. Graznea de forma aterradora, intenta zafarse…más no
lo logra. Los perros enloquecidos aúllan creando un alboroto en toda la cuadra.
Demetria, con una rapidez inusual para una
mujer de su edad y su voluminoso peso, se lanzó del taparo, subió a una escalera, maltrecha y zaas se encarama en
el techo, su voz entrecortada increpa al animal… bandida, sin oficio, chismosa,
mala mañosa, golpeado repetidamente al animal, con las cruces que realizo en la
mañana, por ultimo rezando un padre nuestro inicia un rosario doloroso, baña al
bicho emplumado con agua bendita.
Se baja del techo y le grita, ahora si te
puedes ir, además de ordena mañana temprano ven por un poco de sal, entra la
casa, toma otra vela la enciende reza
por el alma infortunada de la pava y se acuesta.
Los gallos cantan,
Demetrio, está en su fogón ya tendió las
arepas en su budare, está colando el
café en su manga.
Oye que tocan la
puerta y esta se abre lentamente, dando paso a una mujer ya entrada en años, se
ve cansada, esta moreteada, por los brazos y las piernas, tiene un ojo
hinchado.
-
¡Ay! Comadre que mal me siento. Amanecí molida me
regala un poquito de sal, baja la cabeza avergonzada.
La mestiza, la
observa con detenimiento. Ya me suponía yo que eras tú… déjese de esas mañas
comadre, tan vieja. Mire yo solo la pele
otro… capaz la mata, venga vamos a rezar y a pedir para que no llame más a la
pava y deje de ser tan chismosa, tómese el café y váyase a confesar a… y porcía
las mocas no me visite más ni de mañana y muchos menos en la noche o la
madrugada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario